Te estoy hablando, inútil

publicado el 01 de diciembre de 2008 en «Milenio Diario»
columna: «la calle»

 

Los ciudadanos elegimos a nuestras autoridades para depositar en ellas el monopolio de la fuerza legítima del Estado, que incluye, esencialmente, el combate al crimen. Y ningún crimen nos afecta como el secuestro, el robo y el homicidio. En cuanto al narcotráfico, muchos planteamos que su combate pasa por la despenalización del consumo, porque un adulto tiene derecho a usar y abusar de su cuerpo, y porque sólo se afecta a sí mismo. Pero los mejores resultados se han dado en combatir lo que mucha gente usa.

Nuestras autoridades parecen no entender que la efectividad de la policía pasa por la técnica y la ciencia forense. La policía debe ser honesta, eso se da por descontado. Pero lo que vemos en México es una ineptitud de abrumadora enormidad: no saben hacer nada. Los policías no saben (lo han declarado en tv) ni siquiera cuándo pueden disparar contra un ladrón armado. Nuestras autoridades no han logrado crear un sistema nacional de información que dé seguimiento al policía despedido en una corporación, así que es recontratado en otra, cuando no lo acoge la banda a la que estuvo brindando protección. Si tan urgente sistema lo va a diseñar y a operar una organización civil con fondos internacionales, ¿para qué seguimos pagando autoridades inútiles?

No es asunto únicamente de honestidad y ética, aunque también lo es. Antes que nada es de eficacia, y eficacia es técnica asociada a la ciencia. ¿Es tan difícil de entender? ¿No ven series policiacas televisivas en las que un cabello en la alfombra lleva a descubrir, detener y sentenciar al homicida?

Los ciudadanos debemos participar, sin duda; pero en el mundo entero la participación ciudadana consiste en denunciar, no en investigar, poner carteles con la foto del hijo secuestrado y espiar a sus posibles secuestradores, como han hecho personas ejemplares en México. Denunciar todo delito es un primer paso, pero enseguida nos asalta la duda: ¿no estaremos denunciando el secuestro a los secuestradores?, ¿el robo a los ladrones? Ya ocurrió en el DF en los pejetiempos: los secuestradores eran policías que operaban desde sus oficinas del GDF. Se nos dice que desde las mismísimas cárceles se hace la mayor parte de las llamadas amenazantes del secuestro real o fingido. Hay solución técnica para evitar la salida de cualquier llamada hecha desde un celular... ¿y? No han podido ni con eso.

Denunciemos, sí. Pero ¿en cuántas agencias del Ministerio Público nos toman declaración que se inscribe en una computadora, que va a un banco de datos, que va a un sistema nacional, que entra a una red de seguimiento? Eso no lo podemos remediar los ciudadanos, es labor de las autoridades, para eso las elegimos y, sobre todo, para eso les pagamos. "Y… ¿cómo quiere que lo encontremos si no me da el nombre y la dirección de su asaltante?" Esto, dicho con voz soñolienta, ante una vieja máquina de escribir lo hemos oído con incredulidad muchos. ¿Y no pueden ir al lugar de los hechos a buscar pistas?, replicamos, sólo para oír: "Nel... ¿ahí qué vamos a buscar?" Contratan retrasados mentales para labores no propias de gente "con capacidades diferentes", como ahora se estila decir para no ofender a nadie. Si los ciudadanos supiéramos qué buscar lo habríamos hecho. ¿Y qué pagamos entonces con nuestros impuestos?

Electricidad, gas, teléfono y tv se pagan a las compañías privadas o al monopolio de gobierno del caso; agua, recolección de basura y vigilancia se paga en muchas colonias a una asociación de colonos, privada, civil. ¿Qué pagan nuestros impuestos?

Lo peor es que tenemos al enemigo en casa: nuestras áreas de humanidades enseñan que a los delincuentes los hacemos nosotros, como respondieron, airados, en tv los jóvenes de una universidad privada. Y es la postura de mucha gente bienpensante que cosecha aplausos en cuanto suelta ese disparate. Aunque la moda educativa receta que no debe reprimirse al niño que desee corretear en un restorán (y algunos rogamos que se eche encima la sopa hirviendo que lleva el mesero con quien tropieza), no por eso todos se vuelven secuestradores ni narcos. Hay elección individual, la vieja y demodé responsabilidad personal.

El sobado pretexto de los recursos limitados cae por tierra cuando se nos informa de estados que llevan ejercido el 10 por ciento del presupuesto asignado a seguridad. Está claro: tienen dinero, pero no saben qué hacer con él. Y ocurre en todos los colores y partidos.

 

la talacha fue realizada por: eltemibledani

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