Luz y sombra en la Suprema Corte

publicado el 13 de octubre de 2008 en «Milenio Diario»
columna: «la calle»

 

La Suprema Corte de Justicia de la Nación ha dado un paso para restituir su poder al amparo. Los legisladores mexicanos se habían dotado de una atribución sin control: la de modificar la Constitución a su antojo y, si un ciudadano interponía un "amparo contra actos de la autoridad", contra ese acto legislativo, claramente de autoridad, se escudaban en un trabalenguas: La Constitución no puede ser acusada de anticonstitucional. Mejor, imposible. Si un día, escudados en Morelos, se les ocurre decretar una religión obligatoria no habría nada que hacer.

Y no han reinstalado el catolicismo, pero sí decapitaron el IFE sin que fuera posible detenerlos en su afán de poner riendas partidarias a una institución que, por definición, como todo árbitro en cualquier contienda, debe ser autónoma de las partes contendientes. También nos impusieron una legislación electoral por la que ni los partidos pueden llamar ladrón al ladrón sentenciado ni racista al racista publicado porque "denigrar" a un candidato, aun con la verdad, quedó prohibido luego de los últimos atracos legislativos. Pero menos aún lo podemos hacer en medios electrónicos los ciudadanos sin partido y, por ende, sin tajada de tiempos oficiales. La SCJN aún calla al respecto.

Distingamos dos asuntos nítidamente separados: una cosa es que la ley, no sólo la electoral, sino la ley a secas, penalice la calumnia, y los electores penalicen los insultos, y muy otra que los candidatos a puestos de elección popular, por el sólo hecho de serlo, se vuelvan intocables. Dice el artículo 49 del Cofipe en su inciso 4: "Ninguna persona física o moral, sea a título propio o por cuenta de terceros, podrá contratar propaganda en radio y televisión dirigida a influir en las preferencias electorales de los ciudadanos, ni a favor o en contra de partidos políticos o de candidatos a cargos de elección popular."

La comunidad judía no podría, por lo tanto, contratar tiempos para denunciar que la candidata perredista al duodeno distrito, Irma Serrano, la amante del presidente Díaz Ordaz en 1968, se declaró admiradora de Hitler "salvo porque dejó demasiados judíos vivos". Y asistía al Senado (a donde la llevó el PRD cuando Cárdenas y Muñoz Ledo) con una suástica de joyas colgada del pescuezo (y no hubo senador con huevos que se la arrancara de un tirón). Una denuncia de La Tigresa con suástica ya no puede pasar por tv: ¡Lo prohíbe la ley electoral!

Y no es todo. Veamos: Capítulo cuarto. De las obligaciones de los partidos políticos. Artículo 38.

1. Son obligaciones de los partidos políticos nacionales: b) Abstenerse de recurrir a la violencia y a cualquier acto que tenga por objeto o resultado alterar el orden público, perturbar el goce de las garantías o impedir el funcionamiento regular de los órganos de gobierno… (Como impedir el funcionamiento de las cámaras ocupando las tribunas)… p) Abstenerse, en su propaganda política o electoral, de cualquier expresión que denigre a las instituciones y a los partidos…

Denigrar: Ennegrecer. Deslustrar, ofender la opinión o fama de alguien (DRAE).

A ver: si el PRD dice que el PAN ha demostrado no saber gobernar, si el PRI señala el incremento de la delincuencia donde gobierna el PRD, si el PAN recuerda que el PRI gobernaba cuando ocurrió la matanza del 2 de octubre y las crisis económicas posteriores a Echeverría, a López Portillo y a Salinas, o que el PRD está conformado por priistas… atentan contra la ley electoral. Son hechos verificables, no calumnias, pero tampoco se pueden decir porque "denigran". Demostrar que el Verde es propiedad de una familia va también contra la ley, no porque sea calumnia, que no lo es, sino porque ennegrece al Niño Verde.

Muy tiquis-miquis resultaron los partidos. Y ni siquiera saben escribir (y al decirlo los denigro) porque, al prohibir que se denigre a las instituciones "y" a los partidos, sólo prohíben el hecho cuando es simultáneo. Con lo cual es fácil evadir la ley: si denigro al Senado pero no a los partidos, al PRD y no a las instituciones, no infrinjo la ley así redactada.

Es que, además, nuestros legisladores son faltistas, ignorantes, ineptos, burros y estúpidos… digo, para de una vez denigrarlos bien. Luego, por si algo faltara, en estos tiempos de "afroamericanos" y "adultos mayores", el verbo mismo tiene un sentido racista: denigrar es "poner negro". ¿Y qué tiene de malo lo negro? ¿No que "black is beautiful"?

 

la talacha fue realizada por: eltemibledani

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