Nos ganaron los duros

publicado el 01 de octubre de 2007 en «Milenio Diario»
columna: «la calle»

 

Si algo debemos recordar este 2 de octubre es que, a 39 años de distancia, no tenemos claro sino lo que desde un principio lo fue: 1. El Ejército regular fue empleado en una operación para cercar un mitin especialmente deslucido en Tlatelolco. 2. La tropa uniformada fue recibida a balazos por un grupo vestido de civil, el llamado Batallón Olimpia. Según la comisión investigadora encabezada en 1998 por dirigentes de aquel movimiento, murieron 38 personas. 3. Varios miembros del Olimpia cayeron heridos por el Ejército. Hospitalizados, señalaron al Ministerio Público que iban comandados por el capitán Ernesto Gómez Tagle. 4. Ni el Ejército sabía de la presencia de militares en ropa civil, ni éstos esperaban la respuesta del Ejército. 5. La descoordinación de ambos mandos es por eso evidente. Allí estábamos. Allí seguimos.

No digo, como Pablo Gómez me atribuye, que debimos esperar sentados a que nos regalaran la independencia, como no esperamos, en 1968, la democracia. Digo algo mucho peor: que los crímenes de Hidalgo, como la matanza de civiles españoles en Guadalajara, muchos de ellos independentistas, retrasó la independencia hasta 1821, un 27 de septiembre, en que se firmó con el nuevo virrey sin disparar un solo tiro. No lo festejamos porque no hubo muertos.

Digo también que para obtener esta medio trastabillante democracia de hoy y demoler el régimen priista, Tlatelolco no era necesario. NO DIGO que fuéramos culpables por el 2 de octubre, sí que éramos mexicanos los dirigentes estudiantiles y por eso no supimos pescar al vuelo las (pocas pero algunas) oportunidades de negociación que el gobierno ofreció a su manera: críptica, sibilina, envueltas en las formas barrocas del lenguaje oficial, pero oportunidades al fin, que se nos fueron. Nos ganaron los duros del gobierno, semejantes a los que hoy están en el gobierno del DF, todos los que desean soluciones "revolucionarias" y no el agua tibia, el tedio de los cambios negociados que los mexicanos llamamos "transas" porque a eso nos educaron.

"Es que todos los movimientos sociales que nos han antecedidos fueron transados por los líderes, de espaldas a sus bases" (así se decía, ahora es "de espaldas a la gente"). Por eso seríamos cristalinos, y así nos impusimos, solitos, un corsé: la obligación de sólo negociar en público y no ceder en nada. Y peor: nunca definimos "público".

Quizá otras luchas sociales habían sido traicionadas por sus líderes y, como "el que con leche se quema hasta al jocoque le sopla", nos curábamos en salud. O quizá algunos de esos movimientos sociales habían sido simplemente negociados y los mexicanos nacemos con el síndrome social del todo o nada: "si me han de matar mañana, que me maten de una vez", "sigo siendo el rey y mi palabra es la ley", "la vida no vale nada". Sentimos un abominable placer por caer en la raya. Admiramos la derrota porque sólo así, muerto o encarcelado, prueba el líder que no cedió, que no "transó". Y toda victoria es sospechosa.

Como ahora los miembros del PRD, buscábamos en 68 al traidor dispuesto a negociar, al que admitiría menos del total: seis puntos por firmar. Nos vigilábamos con suspicacia y analizábamos cada discurso de nuestra gente para detectar desviaciones y debilidades. Había en nuestras seis demandas algunas de fácil resolución: deslindar responsabilidades en las agresiones sufridas por manifestantes a manos de la policía. Otras eran posibles: derogación del delito de disolución social (que poco después fue derogado). Otra era una ridiculez: disolución del cuerpo de granaderos. Pablo Gómez es senador, ha sido diputado un sinnúmero de veces... y jamás ha propuesto que los gobiernos del DF se queden sin un cuerpo de granaderos. Ni él, ni Raúl Álvarez, ni Salvador Martínez y tantos otros que, como diputados no han siquiera propuesto semejante disparate porque es hoy, con gobiernos del PRD, y era entonces, bajo el viejo régimen del PRI, un reverendo disparate.

¿Y yo? ¿Lo dije entonces? Ni lo pensé y si lo hubiera dicho me habrían linchado. Como ahora los perredistas afilan cuchillos para degollar infieles que contradigan las enseñanzas del Profeta, así nos intimidábamos mutuamente.

Como ahora los pejistas, buscábamos en los discursos de nuestros compañeros las intenciones de romper ese acuerdo sagrado. Así fue como dimos paso a los criminales que organizaron Tlatelolco. Nos ganaron los duros, los propios y los ajenos.

 



artículos relacionados

la talacha fue realizada por: eltemibledani

0 animados a opinar:

 

 

ÍNDICE DEL BLOG

milenio diario

la crónica de hoy

la jornada

revistas

misceláneo

 

etiquetas:


pasaron por aquí


la plantilla de este blog es el "pizarrin" donde, durante sus ratos de ocio, eltemibledani hace sus pininos modificando el xhtml fuente.

páginas vistas

desquehacerados