¿Y quién controla al Congreso?

publicado el 10 de septiembre de 2007 en «Milenio Diario»
columna: «la calle»

 

Deberíamos ser los ciudadanos, quienes votamos por esos diputados y senadores, quienes pidiéramos cuentas al Congreso. Pero el sistema partidista parece diseñado para que, una vez obtenido nuestro voto, se desentiendan de nosotros y sólo rindan cuentas a su partido. De ahí que sean los partidos, y no los ciudadanos, los que estén empeñados en riñas infantiles que ya a todos nos tienen hartos.

Si el 2 de septiembre vimos una reedición de los viejos informes presidenciales fue porque los diputados del PRD, sin consultar más que al patrón, se negaron al diálogo público ofrecido por el Presidente. ¿Alguno hizo un sondeo en su distrito para conocer la opinión de sus electores? Ellos no, pero sí casas encuestadoras que ofrecieron resultados similares: los ciudadanos deseaban una ceremonia respetuosa donde todos pudiéramos escuchar al Presidente y los diputados expusieran sus puntos de vista.

Los mismos que se jalan los pelos porque no se transmitió el discurso de Ruth Zavaleta, a quien tocó presidir la sesión de apertura del Congreso, son los que no permitieron al Presidente ni siquiera leer su Informe. Dijeron que la Constitución sólo exige presentarlo por escrito. Si a niñerías vamos, tampoco está en la Constitución que cuanto diga la presidencia del Congreso deba pasar por tv. Y así, a pataletas, ¿nos echaremos otro sexenio perdido?

Zavaleta fue transmitida horas después y así nos enteramos de sus maromas jurídicas y sintácticas acerca de un Presidente que es constitucional (o sea legítimo), pero no es legítimo porque ella dice que a muchos (yo diría a uno, a uno solo) así les parece. Se niega a siquiera recibir el Informe escrito de manos del Presidente, como las viejas mochas se niegan a recibir propaganda protestante. Y los congresistas del PRD paran la nalga y se salen, como damas de la Vela Perpetua ante Lutero.

El petróleo se acaba, los líderes sindicales devoran miles de millones del presupuesto, la educación impartida por los peones de Elba Esther es un asco que nos tiene en el antepenúltimo lugar de la OCDE, el sindicato del IMSS acarreará en 10 años todo el presupuesto del IMSS a sus pensiones, y no habrá ni para gasas, un chingado asteroide podría acabar con la vida entera sobre este planeta en 2036, y esta caterva de estúpidos, a quienes pagamos hasta el manicure, la peluquería y el sauna, además de las cuentas en El Cardenal, se comportan como doña Himenia Camafría (la de Catón) ante una proposición deshonesta. ¿Qué podemos hacer los ciudadanos para botarlos de una patada en el culo?

Están perfectamente identificados los que siguen la Voz del Amo, quien les sigue dictando que entre "más pior" más mejor. ¿Qué hacemos?

Los mexicanos, sin la participación del PRD que dejó por su berrinche de 2003 las negociaciones, nos dimos entonces un sistema electoral a prueba de fraudes: boletas numeradas y con marcas de seguridad propias de los billetes de banco, vecinos a cargo de todo el proceso, credenciales con fotografía, vigilancia de todos los partidos durante cada uno de los pasos. No hubo ni una sola denuncia grave en casillas. Ni una sola. Ni siquiera el PRD dejó de firmar las actas con la aceptación de los votos contados. ¿En dónde ocurrió el fraude cacareado y cómo pudo hacerse únicamente en la elección presidencial y no en la de senadores y diputados?

Todos mandaron sus huestes a votar por el bueno. ¿Y eso qué? Nadie pudo, como antes, meter votos ya cruzados. Dicen que Gordillo ordenó votar por el PAN, quizá. Pero los gobiernos del PRD ordenaron votar por López y, además, impusieron cuotas para la campaña. Y los sindicatos del PRI ordenaron votar por el PRI. Pero el ciudadano tuvo una boleta numerada, sellada, firmada, y la vigilancia de docenas de ojos enemigos para votar como quisiera en secreto.

Fue mentira el 10 por ciento de ventaja, mentira los 2 millones de votos perdidos (y lo sabían), mentira el fraude cibernético y mentira que fuera "a la antigüita". Pero "el que con leche se quema hasta al jocoque le sopla" y en un país dominado por un siglo de fraude, el rumor prendió. Criminal, astuto, taimado, sagaz... el amlogolpeteo abrió dudas. Por eso siempre hay alguien dispuesto a gritar en la calle.

Para cerrar la Cámara bastan 20 diputados agresivos. Para una calle, con 20 belicosos hay. Esos son ya sus escuálidos números. Pero si la policía los desaloja, ya tienen el chantaje: "¡Represión! ¡Represión!".

 

la talacha fue realizada por: eltemibledani

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