Jaque mate de Calderón

publicado el 27 de agosto de 2007 en «Milenio Diario»
columna: «la calle»

 

Qué sorpresa: antes era la oposición quien exigía diálogo, y el gobierno quien se cerraba con una negativa rotunda. Ahora es al contrario: el gobierno, "la derecha", ofrece diálogo, y además "diálogo público" ante cámaras y micrófonos, propone debatir el Informe Presidencial el 1 de septiembre, y es la oposición quien responde como lo hacían los gobiernos del PRI: descalificando al rival. El PRD conoce la miseria de sus nulos argumentos, de ahí que para rechazar el diálogo le urja encontrar pretexto: lo que buscan es un circo romano, nos respondía antaño el gobierno. Luego el PRI invadió al PRD y con esa marea llegaron aquellos usos y costumbres: el paleo-PRI, hoy denominado PRD, responde con las mismas palabras: sólo hablo con quienes me merecen.

El Presidente ha insistido en lo que él llama "debate de las ideas", y para ejemplo de sus deseos pone al sistema político canadiense: "Ojalá nosotros tengamos en México un camino institucional para poder dialogar y hablar con sinceridad sobre aquello en lo que estamos y no estamos de acuerdo en el país."

Pero se equivoca en el ejemplo elegido: en Canadá hay un jefe de gobierno, actualmente Stephen Harper, y una jefa de Estado: la reina Isabel II. La reina abre las sesiones del Parlamento del Reino Unido con pompa y circunstancia llena de color, uniformes antiguos y vestimentas que recuerdan los anuncios de aquella loción Yardley; es una de las pocas ocasiones en que lleva la corona de San Jorge (cuyo peso apenas logra soportar un rato), el largo manto ribeteado de armiño, el cetro y el globo imperial. Luego se sienta en el trono, se cala los lentes (único momento ligeramente terrenal) y lee un papelito. No hay lord, ni mucho menos común, que se atreva a decir pío.

También hemos visto al socialista Rodríguez Zapatero, cabeza del gobierno español, despeinarse y sudar en debates con los diputados de oposición. Pero nunca al rey Juan Carlos I.

En México tenemos jefe de Estado y de gobierno en la misma persona: el Presidente de la República. Si bien nuestro ritual del 1 de septiembre era tan tieso como el inglés, aunque sin su fastuoso colorido y con una torre de papel para leer durante horas, en vez de una hojita cuidadosamente doblada en cuatro, tampoco merecen los presidentes el aquelarre de brujas, gritos, sombrerazos, máscaras de puerco, tomas de tribuna y empellones en que han convertido el Informe nuestros diputados y senadores. Ni merecemos los espectadores un griterío tan bochornoso.

La propuesta del Presidente es correcta aunque el ejemplo de Canadá sea fallido. Pero lleva otro supuesto, implícito, imposible de alcanzar con el Congreso actual: "Seguiré teniendo plena disposición a dialogar con quien quiera dialogar en México, particularmente en el Congreso". No es una ingenuidad del Presidente suponer que puede dialogar con gente de la pobreza mental de Rosario Ibarra o con sujetos que el PRD llamó criminales y ahora ha hecho senadores, como José Guadarrama.

No es ingenuidad porque Calderón lleva las de ganar en cualquier caso. 1. Ya le ganó a la "izquierda" (sea eso lo que sea) su vieja bandera del diálogo; 2. En el imposible caso de que hubiera un intercambio de razones (y eso es un diálogo), el PRD no tiene una sola para probar su cantaleta del fraude, pues debe acusar de corrupción al millón de ciudadanos a cargo de las casillas, al otro millón que vigiló a nombre de todos los partidos, incluido el PRD; al IFE y al Tribunal Electoral. Hecho lo cual, los perredistas deberían renunciar a sus cargos en el Congreso, pues fueron elegidos en la misma elección cuya invalidez hubieran comprobado: el camino es suicida; 3. Pero diálogo no habrá porque argumentos tampoco hay. El Presidente invita a un "debate de ideas", según sus propias palabras. Pero son ideas lo que no hemos escuchado todavía al PRD: lanza estribillos, consignas, coros de mitin. Pero, ¿ideas? ¿Ha habido una? Ofrece un dogma: el fraude. Y punto.

Así pues, el Presidente gana la partida tanto si le tomaran la palabra y hubiera diálogo (caso impensable), como si se la toman para insultarlo frente a cámaras y micrófonos, o si le impiden por la fuerza llegar a la tribuna, según anuncian. Como ya les pasó cuando iban a impedirle a Calderón su toma de protesta, no supieron ni de dónde salió. Ahora contemplan aterrados el tablero: jaque mate. No vieron ni por dónde.

 

la talacha fue realizada por: eltemibledani

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