La Biblia como table dance

publicado el 20 de agosto de 2007 en «Milenio Diario»
columna: «la calle»

 

Emilio González Márquez, gobernador de Jalisco, opina que se debe mostrar tolerancia "para los que nos gusta leer la Biblia como para los que les guste ir al table dance..." Para el gobernador son asuntos contradictorios. Se equivoca: si algo hay en la Biblia es sexo. Como en toda gran literatura, y la Biblia es la literatura de Israel (biblia es el plural de biblío= libro, en griego los libros), hay sexo en todas sus variantes, desde el Génesis hasta el Apocalipsis. Algunas de sus historias son tanto o más incitadoras que una mujer en cueros restregándose contra un tubo. Aquí van algunos ejemplos.

Dios se ofende infinitamente (todo en Él es infinito) por una simpleza: Adán y Eva comen del único fruto prohibido y el castigo es feroz: condena eterna que sólo podrá ser redimida por el mismo Dios. Así se complica la vida ese personaje creado a imagen y semejanza de pastores rústicos. Adán y Eva se cubren el sexo y así denuncian su pecado.

Como todo padre, Dios prefiere a un hijo, Abel, y muestra su rechazo por Caín. Caín venga el rechazo paterno asesinando a Abel. El culpable sin duda es Dios por no disimular su preferencia.

Luego la ira (un pecado capital) de Dios es tanta que acaba con la humanidad entera por medio de un aguacero llamado Diluvio.

Abram (antes de ser Abraham) tiene un hijo con su esclava y, cuando al fin logra embarazar a su legítima mujer, echa sin más al desierto a esclava e hijo. Fue una lástima que Sófocles no conociera esta historia, pues tendríamos una obra maestra del teatro griego y no un parrafito perdido en la literatura hebrea.

Lot recibe en su casa de Sodoma a unos visitantes, hombres, cuya singular belleza atrae la lujuria de una turba que exige su parte en la parranda. El santo patriarca les niega el "derecho de pernada" aduciendo que son sus huéspedes y sería faltar a los usos y costumbres de la hospitalidad. Pero, a cambio, les ofrece dos hijas que no han conocido varón, "os las sacaré fuera, y haced de ellas como bien os pareciere". El único justo, Lot, huye de Sodoma. Pero sus hijas lo emborrachan y, zas, se lo cogen.

Saltamos unos siglos y encontramos al rey David, enamorado perdidamente de Betsabé, una mujer casada con Urías. La embaraza y cuando las cosas se complican con el marido, David ordena que se le forme en la primera línea de combate contra Joab, puesto que para algo se es rey. Escribe una carta que hace llevar al propio Urías y dice así: "Poned a Urías al frente, en lo más recio de la batalla, y retiraos de él, para que sea herido y muera."

Pero ya antes de ser rey, David había mostrado en su juventud otras inclinaciones: a la muerte de Jonatán, hijo de Saúl, David canta: "Angustia tengo por ti, hermano Jonatán, que me fuiste muy dulce. Más maravilloso me fue tu amor que el amor de las mujeres."

Amnón, hijo de David, "estaba angustiado hasta enfermarse por Tamar, su hermana, pues por ser ella virgen, le parecía a Amnón que sería difícil hacerle cosa alguna", cuenta el libro 2 de Samuel. Un primo le aconseja hacerse el enfermo. Así lo hace Amnón y cuando la solícita Tamar se dispone a cuidarlo "pudiendo más que ella, la forzó, y se acostó con ella." Pero no es eso lo peor, sino lo que sigue: una vez satisfecho, "Amnón la aborreció con tan gran aborrecimiento, que el odio con que la aborreció fue mayor que el amor con que la había amado". Así que pide a un criado: "Échame a ésta fuera de aquí y cierra tras ella la puerta."

Otro hermano, Absalón, se entera ¿y qué hace? Pues habla con ella: "¿Ha estado contigo Amnón tu hermano? Pues calla ahora, hermana mía: tu hermano es, no se angustie tu corazón por esto."

Al hijo que con tan malas artes tiene de Betsabé, David lo proclama futuro rey de Israel. Es Salomón. Este gran rey de Israel se casa con la hija de un faraón. "Pero el rey Salomón amó, además de la hija de Faraón, a muchas mujeres extranjeras; a las de Moab, a las de Amón, a las de Edom, a las de Sidón, y a las heteas," dice el libro 1 de los Reyes, y pone números: "Y tuvo setecientas mujeres reinas y trescientas concubinas." El millar mencionado por Carlos Marín la semana pasada. Superan, y con creces, al número de teiboleras en el más concurrido antro. A estas alturas, ya cualquier adolescente calientón se ha hecho varias puñetas.

En síntesis: ¿para qué quieren table dance si la Biblia es mucho más cachonda? Y se reúnen que a leerla... ah, pillines.

 

la talacha fue realizada por: eltemibledani

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