La polvareda del procurador Bátiz

publicado el 29 de marzo de 2004 en «Milenio Diario»
columna: «la calle»

 

Todos los días leemos noticias sobre la persecución contra Carlos Ahumada, prófugo de la "justicia" encabezada por el procurador del DF, Bernardo Bátiz: que ya le allanaron una casa, que ya irrumpieron en unas oficinas, que ya encontraron otros videos y unas fotos. Pero, ¿cuál fue el delito cometido por Carlos Ahumada? Hasta ahora sólo se le ha demostrado un hecho: videograbó la corrupción del PRD en el gobierno capitalino. Es un delito contra la esperanza, dijo López Obrador. Bernardo Bátiz grita todos los días "al ladrón", pero no se trata de René Bejarano, ex secretario particular y operador político de López Obrador, el siniestro sujeto a quien todos vimos llenando un maletín y sus bolsillos con fajos de dólares, el mismo que sigue sin reportar el uso que dio a esa pequeña fortuna, el que afirma que no podemos ni imaginar lo que ha hecho por su patrón AMLO, el mismo que le acaba de organizar a éste un mitin estilo Chávez. No son casas ni oficinas de Bejarano o de su mujer Dolores Padierna las que vemos registrar en las noticias. No son sus archivos los que vemos abiertos por la policía del DF en busca del dinero malhabido y además perdido.

Tampoco han destripado la casa del director de Patrimonio del DF, Alberto Pérez Mendoza, amigo, cuate, colaborador y secuaz de López Obrador en el tráfico de influencias mostrado en carta donde recomienda, por instrucciones de AMLO, otorgar obra pública a otro empresario amigo (como amigo era el empresario Ahumada). La carta la publicó La Crónica y nadie ha podido desmentirla, a lo más "no la recordaban".

Lo cierto es que, si algo no perdona la procuraduría perredista es la exhibición de su patrón y para hacernos olvidar los delitos de los funcionarios levanta un terregal en torno al empresario que pagaba las campañas del PRD: vamos tras de él, ya mero lo encontramos, localizamos su equipo electrónico. Sí, el equipo con el que grabó malosamente a los que recibían su dinero. Los patos le tiran a las escopetas. Como a todos nos ha ocurrido alguna vez, el denunciante es perseguido y de los delincuentes el procurador Bátiz evita hasta la menor mención.

El día que localice a Carlos Ahumada veremos lo indecible: al PRD acusándolo de haber hecho negocios a la sombra del gobierno del PRD para entregar parte de la utilidad a campañas del PRD. Y creíamos haberlo visto todo en tiempos del PRI.

Durante el viejo régimen priista, quien deseara enterarse de las fechorías y abusos del gobierno debía leer La Jornada. Desde el arribo de los regímenes perredistas, encabezados por priistas de formación y de métodos, para enterarse de lo mismo debe uno leer La Crónica, MILENIO, Reforma, lo que sea, excepto La Jornada, el diario que, ya lo sabe uno, defenderá sin chistar al gobierno. Antes, los escándalos circulaban en voz baja: que el Presidente, el gobernador o el diputado eran súbitamente ricos; que la primera dama había hecho levantar con grúa su piano hasta el décimo piso de un lujoso hotel y ordenado la apertura de un hueco en la pared, todo para tres días de estancia acapulqueña, que a fulano lo habían matado por órdenes de tal o cual autoridad. Y así por el estilo: todo era murmuración y pocas veces había evidencias del hecho.

Luego tuvimos una voz, la de Proceso, que pronto hubo que leer con pinzas porque pecaba del vicio contrario: hacía vigas donde encontraba una paja. No existían los necesarios contrapesos que la misma prensa encuentra en publicaciones alternativas ni el contrapeso de la ley. Así fue como el nuevo periodismo mexicano nació irresponsable y temerario. La imprudencia todavía no se paga sino con alguna carta a la redacción.

Entre los beneficios que los ciudadanos debemos a Carlos Ahumada y sus videos con las pruebas de la escandalosa corrupción del PRD en el Distrito Federal se encuentra el de haber conseguido atisbos de crítica en publicaciones que antes dejaron pasar, en vergonzoso silencio, abominaciones como el nombramiento de un miembro del Batallón Olimpia como jefe policiaco de un gobierno autodenominado de izquierda o la fabricación de una senadora perredista donde hubo una amante del presidente Díaz Ordaz, para poner sólo dos ejemplos extremos de complicidad.

Nadie se queja tanto de los medios como los políticos. Es natural: cuando ven sus palabras en letras de imprenta, sin el respetuoso retoque acostumbrado años atrás, las encuentran tontas o mezquinas o impresentables o risibles o todo junto y a la vez. Abochornados, por lo menos tienen la vergüenza de negarlas, siempre y sin falta. Hasta los videos que muestran a los más cercanos colaboradores del Indestructible fueron clasificados de inmediato como una conjura y no como los datos objetivos, irrebatibles que son.

Los primeros lugares, en cuanto a negar lo dicho o sentirse malinterpretados, se los llevan el presidente Fox y el Indestructible López. La presidenta en funciones, en cambio, se lleva la Palma de Azúcar a las más huecas frases comunes y la más alta retórica de té canasta para señoras preocupadas por los pobres.

Insulina oral

Investigadores de la Universidad de Toronto, Canadá, anuncian que han adelantado en la creación de insulina oral. La noticia causa júbilo en México, urgido de asimilar la miel de chongos zamoranos que le atiborra la pía Marta, cuyas obras de beneficencia se orientan a abrirle futuro político... en Zamora, dicen. ¿O es en Jacona?

Alzheimer

Cualquiera lo sabe: el tiempo que pasa entre que López termina una palabra y comienza la siguiente puede indicar Alzheimer en primera etapa.

 

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