La Virgen
columna: «la calle»
Atengámonos a la doctrina oficial de la Iglesia católica: la Virgen, madre de Jesucristo, es una y una sola, y en español su nombre es María.
La gente, siempre en los sectores analfabetas, comenzó a hablar de visiones en las cuales la Virgen se aparecía. Así tenemos que a la virgen María aparecida en los pueblos de Fátima o Lourdes se la llama "la Virgen de Fátima" y "de Lourdes". La Iglesia insiste en que se trata de "advocaciones", o sea nombres que pone el pueblo, pero que siempre se trata de María.
Con la misma lógica, la Virgen "de Guadalupe" debió aparecerse en Guadalupe. Y así fue. Hacia el año 1320, casi 200 años antes del descubrimiento de América, ocurrió la aparición guadalupana, idéntica a la muy posterior del Tepeyac:
- Va un hombre humilde (pastor en España, indio en México),
- caminando por unos cerros (sierra de Guadalupe en Extremadura, España, Tepeyac en México), cuando le habla la Virgen.
- En ambos casos pide que el hombre haga de mensajero para solicitar a los sacerdotes que le construyan un templo.
- En ambos casos los sacerdotes se ríen del mensajero. Y no es para menos: si la Virgen desea pedir algo a un obispo, no necesita mensajeros.
- En ambos casos la aparición se repite y pide al mensajero que insista.
- En España y en México los sacerdotes piden una prueba.
- La Virgen la da: una escultura morena en España, una pintura morena en México.
- En España la leyenda tarda un siglo y medio en quedar por escrito. En México también. La razón es obvia: es necesario que todos los posibles testigos mueran para que el relato, corriendo de boca en boca, adquiera los matices celestiales que los contemporáneos habrían negado.
Así planteado, suponer que una imagen de María, según está en Zapopan, en San Juan de los Lagos o en el Tepeyac, es más o menos milagrosa que otra imagen, es creencia abiertamente idolátrica, pues el creyente supone que es esa imagen precisa la que hace más milagros que otras.
Si una figura es más eficaz que otra para conceder peticiones a sus devotos, es porque la figura misma es la causa. Eso se llama idolatría aquí y en China.
Así lo vieron los evangelizadores de lo que hoy es México. El primero en atajar el naciente culto fue nada menos que fray Juan de Zumárraga, primer obispo de México, y a quien la leyenda hace el testigo preciso ante quien se formó la imagen milagrosa del Tepeyac. Pero en 1547, sólo 16 años después de la fecha en que, según la tradición, fray Juan vio el gran prodigio del estampado milagroso, publicó un catecismo, de nombre Regla Cristiana, con la pregunta: "¿Por qué ya no ocurren milagros?" Y una respuesta categórica: "Ya no quiere el Redentor del Mundo que se hagan milagros, porque no son menester..." Nos dice que él no vio milagro alguno. ¿A qué venía esa aclaración no pedida por parte del primer obispo de México? A que por entonces ya se decía que la imagen colocada donde había estado el adoratorio de la diosa Tonantzin, hacía milagros.
Como la palabra "tonantzin" significa en náhuatl "nuestra madre, los predicadores cristianos que aprendieron ese idioma para poder explicar el Evangelio se veían obligados a decir "tonantzin" siempre que deseaban decir "nuestra madre"; pero ellos pensaban en la Virgen, madre de Jesús, los indios en el ídolo recién derribado. Esa confusión molestó siempre a los franciscanos y fue señalada notablemente por fray Bernardino de Sahagún.
El 6 de septiembre de 1556, el provincial de los franciscanos para la Nueva España, pronunció un encendido sermón, ante el virrey y la Real Audiencia, donde condenó la permisividad con que el segundo obispo de México, fray Alonso de Montúfar, veía el culto popular del Tepeyac. Dijo que denunciaba como perniciosa esa devoción porque luego de los muchos trabajos de los evangelizadores para explicar a los indios que sus imágenes eran de piedra y palo, "venir ahora a decirles que una imagen pintada ayer por un indio llamado Marcos hace milagros, es sembrar gran confusión y deshacer lo bueno que se ha plantado". Obsérvese que fray Francisco no se refiere a aparición alguna: le era claro a todo el mundo que la imagen era una pintura, y así lo dice también el propio defensor de la causa guadalupana, Montúfar, el segundo arzobispo.
Sahagún
Fray Bernardino de Sahagún fue más allá y en su monumental Historia General de las Cosas de la Nueva España, afirma hacia 1570 que es muy sospechosa la devoción del Tepeyac, no sólo porque allí estuvo el ídolo de la diosa Tonantzin, sino porque, además, habiendo tantas iglesias dedicadas a la Virgen María, los indios no van a ellas y vienen desde muy lejos a la ermita del Tepeyac. Por esto, si acaso la imagen hace milagros debe ser por "invención satánica", dice fray Bernardino, para así volver a los indios a los tiempos de su idolatría.
Es muy notorio que, ni quienes condenan el culto, hablen de apariciones. Sólo de milagros realizados por la imagen.
Por último, en 1895, a raíz del nuevo "milagro", por el que fue cubierta la corona original de piquitos para que Roma autorizara la coronación de la virgen de Guadalupe, renunció a su diócesis el obispo de Tamaulipas, monseñor Eduardo Sánchez Camacho, pues consideró que el culto era "...una burla contra un pueblo crédulo y en su mayoría ignorante".
Krauze
José Saramago comparó a Ariel Sharon con Hitler. Tuvo mucha razón Enrique Krauze en su carta donde señala que hay diversos grados de maldad y quien no los reconoce sirve a la maldad (cito de memoria). En efecto, Sharon está todavía lejos de las cámaras de gases y de los hornos crematorios. Pero ya se lamentó de no haber asesinado a Yaser Arafat, mientras que jamás ha lamentado los asesinatos que permitió en los campamentos de refugiados palestinos, en Sabra y Shatila. Con todo, en Israel no hay cámaras de gas ni hornos crematorios y ésa es una abismal diferencia.
A lo que sí, indudablemente se parece la embestida israelí ordenada por Sharon, es al aplastamiento nazi de la insurrección judía en el gueto de Varsovia. Como entonces: piedras y pistolas contra tanques de guerra y aviación. Sólo que hoy los tanques y los aviones van (trágico giro de la historia) tripulados por judíos. Algunos soldados israelíes se niegan a asesinar palestinos, como hubo alemanes que huyeron de su país o perdieron la vida ante los nazis. Esperemos que las potencias de hoy no hagan lo que las potencias de entonces (que son las mismas): cerrar los ojos ante la infinita desigualdad en las fuerzas.
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