Y los odiamos tanto

publicado el 22 de octubre de 2001 en «La Crónica de hoy»
columna: «la ciencia y la calle»

 

¿Por qué odiamos tanto a los gringos? Por lo mismo que son aborrecibles los ricos: porque son el espejo donde se refleja nuestro fracaso. Dos de las grandes religiones monoteístas: cristianismo e Islam, debieron su éxito inicial a la prédica contra los ricos. Mahoma, a diferencia de Jesús, no nació pobre, pero en su enfrentamiento contra los hombres más poderosos de La Meca supo emplear bien un recurso natural: los pobres siempre son más que los ricos y la vista de la riqueza ajena produce envidia y rencor. Con su prédica contra los ricos consiguió Mahoma sus primeros discípulos y pronto volvió triunfalmente a la ciudad de donde salió perseguido y en riesgo de ser asesinado.

La doctrina de Jesucristo también tuvo seis siglos antes que Mahoma, la misma clientela: los pobres. El cristianismo fue, antes de convertirse en una molestia digna de ser perseguida, apenas una creencia que era de mal gusto aceptar porque la profesaban los esclavos. Cristo y Mahoma predicaron sociedades más justas, como ya lo había hecho antes Platón, cinco siglos antes de Cristo; san Agustín y otros padres de la iglesia cristiana primitiva también se plantearon soluciones para la injusticia. Algunos respondieron que la miseria de este mundo se remediaba en el otro, pero una minoría rechazó también la de aquí. Así comenzaron las propuestas de reformas sociales que hoy llamamos utopías, por la de Tomás Moro, Utopía, que significa precisamente "lugar que no existe". La última, la socialista, comenzó su derrumbe en 1989.

La única utopía exitosa

Pero hubo una utopía que cobró forma y tuvo éxito: el gobierno democrático, la igualdad ante la ley, la libertad para producir y para comerciar, la libertad para practicar cualquier religión y la separación completa del Estado y las diversas expresiones de fe. Y mal que nos pese, eso ocurrió en la pequeña franja de tierra donde estuvieron las trece colonias inglesas primitivas. Mientras el gigante del sur, México, se protegía contra el ingreso de ideas novedosas y la inmigración de trabajadores que las portaban, las colonias inglesas hicieron lo contrario y se abrieron al mundo con una oferta utópica y estrafalaria: elegir a los gobernantes, permitir el ingreso a quien deseara trabajar y separar creencias y asuntos de Estado.

El gran gigante católico del sur comenzó su vida independiente con veneración por el cura Morelos, quien había proclamado, en los Sentimientos de la Nación, que toda planta no creada por Dios debería ser arrancada. Se refería, por supuesto, a las religiones que no fueran la católica. El pequeño David protestante no exigió la práctica del protestantismo a los trabajadores calificados que dejaban los opresivos regímenes monárquicos de Europa. Con una canasta de libertades hoy día obvias, pronto tuvo, gratis, sin pagar su formación, técnicos en minería y en agricultura, expertos en diversas industrias, obreros calificados en todas las ramas. Se añadió la ética protestante que hace del trabajo duro un camino al cielo; la lectura de la Biblia, que alfabetizó a las masas; el respeto por la ciencia, un sistema jurídico eficaz y confiable, un legislativo celoso de su independencia. Y, de pronto, ya a mediados del siglo XIX, en Europa eran famosos los millonarios "americanos", porque ya nos habían arrebatado hasta los nombres de América y americanos.

Marx y Engels vieron en el joven país el camino al establecimiento del socialismo, cuando la riqueza producida por el conocimiento desatado de sus controles religiosos y estatales desbordara la producción industrial hasta llegar a los pobres. Y tuvieron razón: los pobres de Nueva York se surten en Canal Street de cuanto busca nuestra clase media en la fayuca. En la guerra con México, Marx y Engels estuvieron siempre del lado de Estados Unidos; les simbolizaban el futuro industrial y laico de la humanidad, frente al perezoso gigante católico. Acertaron.

¿Y quién habló con asombro de los rascacielos de Nueva York? Conan Doyle en la primera aventura de Sherlock Holmes. Y cuando Puccini se planteó una ópera de ambiente japonés, hace cien años, cuando las potencias de la época eran Inglaterra, Francia y Austria–Hungría, ¿qué nacionalidad le dio al joven que llega en barco de vela y enamora a la pobre Butterfly? "Americana", como dice todo el mundo. ¿Y a dónde huyen, siempre que pueden, turcos, palestinos, pakistaníes, afganos, egipcios, árabes sauditas y yemenitas en busca de una vida mejor, con menos restricciones sociales, con horizonte despejado? A "América", dicen ellos, como los mexicanos se van "al otro lado": a buscar la única utopía que no se derrumbó sobre las cabezas de sus creadores y para la que el imaginario colectivo tiene su mejor representación en Estados Unidos.

Y los mexicanos que no vamos a Estados Unidos perseguidos por el hambre, vamos en busca de calles que se cruzan sin exponer la vida, taxis que se toman sin discutir el método de pago ni con riesgo de asalto, policías cuya presencia no inspira temor sino respaldo, sueño que no interrumpirá un aparato a todo volumen y si ocurre basta una llamada a la comisaría cercana. Con todos los defectos que se quiera, pero el nombre de ese pequeño conjunto de certezas es "civilización". Le robo la idea a un amigo: a qué le tiene usted más miedo, ¿a tomar un taxi cualquiera en el DF o al ántrax?

Porque tienen lo que hubiéramos querido para nuestros países y les bastaron dos siglos para lograr lo que otros no han podido en dos milenios, por eso los odiamos. Nada produce más rencor que el éxito.

En un cuento de Borges, dice un oficial nazi: "se cierne ahora sobre el mundo una época implacable. Nosotros la forjamos, nosotros que ya somos su víctima. ¿Qué importa que Inglaterra sea el martillo y nosotros el yunque? Lo importante es que rija la violencia, no las serviles timideces cristianas". ¿Habrá comenzado?

 

la talacha fue realizada por: eltemibledani

0 animados a opinar:

 

 

ÍNDICE DEL BLOG

milenio diario

la crónica de hoy

la jornada

revistas

misceláneo

 

etiquetas:


pasaron por aquí


la plantilla de este blog es el "pizarrin" donde, durante sus ratos de ocio, eltemibledani hace sus pininos modificando el xhtml fuente.

páginas vistas

desquehacerados